El escritor Germán Coiro lee y comenta Objetos Maravillosos en Almicidio
"Con estos objetos maravillosos se podrían llenar los estantes vacíos de Molina"
"Con estos objetos maravillosos se podrían llenar los estantes vacíos de Molina"
(...) "Estoy tentado de decir que “Objetos Maravillosos” es en sí un objeto maravilloso, y, aunque ahora pueda escribir que no lo voy a decir, ya lo dije. Es una frase tonta y obvia.
Leí “Objetos Maravillosos” y me gustó. Es lo único que me importa. Lo leí atravesado por la lectura peronista. Imaginé el pueblo exigiendo reivindicaciones, o disfrutando de las conseguidas, trabajadores textiles o metalúrgicos apareciendo aquí y allá. No sé qué es acercar la alta literatura al conurbano. Es verdad que mi prejuicio era un poco corto de vista. Al menos un metalúrgico había, aunque en miniatura. Y eso es el libro, un objeto maravilloso en miniatura.
No sé cuándo el peronismo sintetizó las antinomias. Pero no puedo discutir porque no tengo estatura teórica. Soy, más bien, bajito; leí desde esa altura y me gustó. Es lo único que me importa.
El peronista se amolda, se acomoda. Un trosco no es peronista porque es trosco. Un radical no es peronista porque es radical. Pero Macri puede ser peronista, Menem puede ser peronista, Alzogaray puede ser peronista, Duhalde puede ser peronista, Kirchner puede ser peronista. No sé cómo ser peronista puede ser un elogio. Es cuestión de acomodarse.
Ahí puede estar la clave: “Objetos Maravillosos” es un libro que no expulsa, que te deja que te acomodes en él. Es un libro que te permite ser maleable como esos metales con los que trabaja y construye sus objetos.
Los personajes de Incardona son creíbles, pero lo son porque son personas, porque uno los conoce y puede llenarlos con todo lo que falta en el texto. ¿Es eso bueno? ¿Está dentro de lo que algunos llaman casi anécdotas disfrazadas de literatura? No creo.
Con estos objetos maravillosos se podrían llenar los estantes vacíos de Molina. Quedarían de bien.
Hay también citas encantadoras hechas con un lenguaje artesanal. Ahora no tengo el libro en mis manos, si lo tuviera pondría algunas. Pero pueden hacerse de uno con facilidad, la gente que los hace estará encantada."
Todo el post, aquí
Leí “Objetos Maravillosos” y me gustó. Es lo único que me importa. Lo leí atravesado por la lectura peronista. Imaginé el pueblo exigiendo reivindicaciones, o disfrutando de las conseguidas, trabajadores textiles o metalúrgicos apareciendo aquí y allá. No sé qué es acercar la alta literatura al conurbano. Es verdad que mi prejuicio era un poco corto de vista. Al menos un metalúrgico había, aunque en miniatura. Y eso es el libro, un objeto maravilloso en miniatura.
No sé cuándo el peronismo sintetizó las antinomias. Pero no puedo discutir porque no tengo estatura teórica. Soy, más bien, bajito; leí desde esa altura y me gustó. Es lo único que me importa.
El peronista se amolda, se acomoda. Un trosco no es peronista porque es trosco. Un radical no es peronista porque es radical. Pero Macri puede ser peronista, Menem puede ser peronista, Alzogaray puede ser peronista, Duhalde puede ser peronista, Kirchner puede ser peronista. No sé cómo ser peronista puede ser un elogio. Es cuestión de acomodarse.
Ahí puede estar la clave: “Objetos Maravillosos” es un libro que no expulsa, que te deja que te acomodes en él. Es un libro que te permite ser maleable como esos metales con los que trabaja y construye sus objetos.
Los personajes de Incardona son creíbles, pero lo son porque son personas, porque uno los conoce y puede llenarlos con todo lo que falta en el texto. ¿Es eso bueno? ¿Está dentro de lo que algunos llaman casi anécdotas disfrazadas de literatura? No creo.
Con estos objetos maravillosos se podrían llenar los estantes vacíos de Molina. Quedarían de bien.
Hay también citas encantadoras hechas con un lenguaje artesanal. Ahora no tengo el libro en mis manos, si lo tuviera pondría algunas. Pero pueden hacerse de uno con facilidad, la gente que los hace estará encantada."
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4 comentarios:
Che, a mí me encantaría tener los estantes de mi casa llenos de objetos maravillosos.
Pero en este caso qué quiso decir Coiro? que lo mío son "casi anécdotas disfrazadas de literatura"?... Duro...
Bah, no sé, capaz que es un halago y no lo entendí.
Zas, Molina!
Yo entendí lo contrario; pero vaya uno a saber si es mi cansancio o qué, si entendí mal. Obvio que si no no lo hubiera puesto como título.
Yo creo que todos aman los estantes vacíos como objetos maravillosos. Para mi que es asi, no?
Molina, no digas eso. Lo que menos quise es ser duro con vos. Me gustó el libro de Incardona y me gustó el tuyo. Los vi similares en algunas cosas, emparentados, y me gustó esa frase que puse. Nada más. Tampoco es que haya querido halagarte.
El tuyo lo leí cuando salió y no lo volví a tocar, con lo cual es probable que tenga un mal recuerdo y no se parezcan en nada.
Además, si fuera como entendiste, con todo lo bueno que dijeron sobre los estantes, no te vas a hacer problemas por lo que pueda decir yo. (¿Quién soy?)
Sonia, gracias por linkear y por llamarme escritor (es excesivo).
Como verán, ni leer ni escribir.
Saludos,
León: lo sospeché desde un principio. Creía recordar algún comentario. Supongo que sólo hice algo parecido a lo que hace mi hijo cuando no sabe si lo que le dije fue un reto o no: me mira con cara de tristeza y frunciendo el ceño, como para que lo vaya a abrazar.
Gracias. Y cómo quién sos: sos escritor. Yo también tengo tu libro.
Un abrazo. Y un beso a Sonia.
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