(...) "Pero con tanto peronismo, con tanto hinchar las pelotas con la filiación partidaria del autor, me convencí de que tenía entre manos la versión posmoderna de La razón de mi vida, cosa incómoda de sostener para un trotsko como el que suscribe. Así que, como quien entra a un recital de Hermética con la remera de Miranda!, abrí el libro dispuesto a recibir una andanada justicialista digna del más orondo 17 de octubre…
Pero no.
Lo que hay en Objetos maravillosos no es peronismo, sino menemismo. Bueno, no frunzan las narices. No me refiero al menemismo de la pizza con champán, de las naves que se remontan a la estratósfera, de la Argentina en el primer mundo. Más bien todo lo contrario. En este libro, al menemismo no se lo dice pero está ahí, agobiante, funesto, desprendiendo pedazos del país y dejando sin laburo a un pibe que sale de la secundaria. De una secundaria técnica un país sin industrias. El menemismo es una presencia gravitante y gravosa que sólo acepta como recurso a la elipsis. Porque, sin irnos a los extremos de Adorno, de todos modos flota la pregunta: ¿Cómo se escribe literatura acerca de (o en) un tiempo en el que la realidad fue el anclaje para un ejercicio de ficción extremadamente poderoso, pletórico de barroquismo, mediático, teatral y omnipresente? Ya Bartís se hizo esta pregunta en relación al fenómeno teatral y se contestó con la formidable Postales Argentinas. Ahora, Incardona responde con un realismo autobiográfico que devela la cara oculta de la unending partusa menemista. Tras las bambalinas del poder (robo a mano armada un título de Caraballo) están los maquinistas de la miseria o de la marginalidad. Incardona fue, entre muchas otras cosas, uno de ellos.
El caso es que Juan Diego, con una prosa simple, tierna y por momentos infantil (en el mejor sentido), nos pega una serie de rotundas patadas en los huevos. Porque todos los que salimos de una casa barrial de clase media podemos reconocernos en ese diario heterogéneo, que nos alcanza como una serie de incómodos déjà vu (unpleasant memories, que les dicen): yo también egresé de una técnica, entré a la UNLP a estudiar Ingeniería Electrónica, tuve mi peluquero de toda la vida al que abandoné cuando mi cabeza decidió desprenderse por sí misma del pelo, cursé cinco Análisis Matemáticos, largué la carrera por la mitad y le cagué a mis viejos el sueño del inyenieri en casa; también veraneé en Reta y demás. Pero frente a mis pavotas costumbres pueblerinas, en Incardona hay un punto de inflexión: inopinadamente se transforma, de un momento a otro, en un aventurero." SIGUE EN ESTE BLOG!
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