martes

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡I want to ride my bicliclllllllllllll!!!!!!!

atenti, avisan vía mail:

Convocatoria 2008.
Los invitamos a participar de La boutique del libro inaugurada en septiembre de 2007 y a visitar nuestra página en construcción
www.delciclista.blogspot.com, en "reparación" mientras organizamos las actividades 2007 y de las, que cada uno de ustedes, realicen en las diferentes editoriales: Córdoba, Buenos aires, Bahía blanca, etc. Delciclista se actualizará quincenalmente.


Atención: En el mes de marzo, la bicicleta estará buscando libros en Buenos aires. Si tenés nuevos títulos o todavía tu editorial no está en La boutique... Escribimos a libreriadelciclista@gmail.com o llamanos
¡y la bici pasa por ellos!
Muchas gracias
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La boutique del libro
Del ciclista en Documenta/escénicas
Lima 364,centro, Córdoba
+54 (0351)4290280/ ó (0351)153325821
www.delciclista.blogspot.com
(obvio que acá conseguís tu libro Tamarisco)

lunes

Este verano te mato


Dicen que son tres, y lo que les falta de talento lo tienen de voluntariosos.

Cada vez que los veo me hablan de febrero, de la quinta que alquilaron en Don Torcuato.

De que van a alienarse en la escritura.

Me hablan de fantasmas y de operaciones y de rosca bajo el olor de achuras en la parrilla.


Pero igual yo los banco.

jueves

Masividad Maravillosa en Perfil

El narrador ambulante
por Hernán Arias


Objetos maravillosos reúne un conjunto de relatos más o menos breves a los que su autor, Juan Diego Incardona, reelaboró a partir de textos que había publicado en su blog. Cada uno de los relatos, además de llevar el título, está fechado –fueron escritos entre octubre de 1998 y abril de 2007–, y están precedidos por un texto más largo, titulado “La Pentatónica”, en la que se narra resumidamente cómo fue la formación ­–literaria y no tanto– del autor.

Todos los cuentos son autobiográficos. El narrador es un artesano y vendedor ambulante que vive en Flores y se mueve por la capital, ofreciendo sus objetos maravillosos, pero que además viaja con cierta frecuencia a Villa Celina, donde viven sus padres y hermanos. Este desplazamiento y sus múltiples derivaciones –registrado en Casa nublada, Perrito oxidado de Villa Celina y A los votantes, entre otros– constituye uno de los tópicos más interesantes del conjunto.

A Incardona le interesa menos el personaje que su entorno. No siempre sabemos qué le provocan las situaciones que atraviesa, pero es su capacidad para recrear esas situaciones con sus detalles y atmósferas, y las conversaciones que mantiene con los clientes –en su mayoría mujeres– o las que oye, lo que nos seduce. También la mirada precisa de quien las registra: un vendedor ambulante.

“Vender en la calle no es fácil –escribe en La fábrica de objetos maravillosos-. Tiene algo de mendicidad pasar mesa por mesa por los bares mientras el mundo vive su fiesta nocturna. Para vender hay que tener templanza, sostener el ánimo frente a situaciones violentas o de desprecio.” De alguna manera, esa templanza que recomienda el narrador para la venta puede observarse en el ritmo y el tono con que escribe sobre sus experiencias, convirtiéndolas en breves piezas literarias de singular belleza.



Publicada este domingo en el diario Perfil de Buenos Aires. Gracias Hernán Arias.






Ahí estoy yo en la cama pipón pipón, después de leerlo por cuarta vez.
Pedilo en las librerías "amigas".

martes

Otra


"Incardona es un artesano. Vende anillos que él mismo fabrica ambulando por Palermo, Plaza Francia, Corrientes, La Boca. Dije “vende anillos”, pero en realidad, vende objetos maravillosos; vende ilusiones" dice Zunini desde su blog, donde también se suma a la ola de reseñas para el último hit tamarisco. Reseña completa aquí

domingo

se lee se apasiona se reseña (parte 38 bis)

"Pequeños sueños"


(nueva reseña de Objetos Maravillosos, ésta, por rufián melancólico. Evidentemente, si todavía no compraste el libro, deberías hacerlo)

Y dice así:

"Antes que nada, mis agradecimientos a Editorial Tamarisco que me cedió gentilmente un ejemplar de este libro.Para quienes tuvimos la experiencia de escuchar a Juan Diego Incardona leer sus textos en público, algo en Objetos maravillosos se nos hace reconocible de inmediato. Quizás será que algunas de las anécdotas de los textos que integran la colección de microhistorias que arman el libro hayan sido referidas por él mismo en alguna de esas ocasiones o quizás será porque leerlo sea casi como escucharlo: esa voz melódica, pausada y grave que sabe dar los giros necesarios en cuanto a entonación y fuerza en los momentos clave.Está dicho, Incardona es un artesano y así como construye objetos maravillosos, lee sus cuentos y relatos sabiendo usar los recursos precisos para llamar la atención de su público. Y hablando de la construcción de esos objetos maravillosos, son los textos mismos los que se convierten en objetos pulidos y trabajados. Casi puede respirarse el trabajo artesanal puesto en la palabra, la sintaxis, la generación de un crescendo de tensiones apenas visibles. Si muchos intentaron imitar el minimalismo de Carver, en Incardona parece funcionar mucho mejor. Lo no dicho, la base del iceberg hemingwayano, se conjuga con cierta especie de realismo mágico latente en ese gran espacio narrativo que es su Villa Celina. Como si en ese espacio del conurbano la realidad posible fuera otra: hombres gato (que inaugura el libro) o calles desiertas por el cumpleaños de una vecina, el ambiente adquiere personalidad y misterio. Pero más que misterio es mística: el espacio perdido de la infancia, los juegos de pelota en el potrero, los amigos y la melancolía de la pérdida: la pérdida de todo eso y también la pérdida de la casa donde nació y vivió 28 años, acaso el símbolo que condensa ese estado de tristeza por lo que ya no está y no estará.Entonces los textos van y vienen, suben y bajan. Algunos pasajes ganan altura en la aventuras nocturnas del narrador, los encares nocturnos, los contrastes entre la noche palermitana cool y el día terroso de Celina.En Calle arriba precisamente, Incardona se deja llevar por su ensoñación del contraste:“Barrio secreto de la oligarquía (Recoleta); se me ocurrió que estaría construido como la antítesis de Ciudad Evita. Igual que aquél, también tendría forma de busto. Visto desde un helicóptero, podría reconocerse la cabeza del General Aramburu, o del Almirante Rojas.Me había convertido, sin saberlo, en un espía del Conurbano, en un infiltrado de La Matanza.” (p.70).Este “obrero blanco” como también se define, transita por los espacios y sabe en definitiva, a dónde pertenece: como un vampiro o un espía, transita en las sombras chupando lo mejor de la mejor gente de Palermo y es su mirada entre extrañada y pícara la que genera algunos de esos momentos divertidos de levantes nocturno o embelesamiento de féminas para la venta de sus objetos maravillosos.Pero este vampiro o espía no deja de tener una tristeza fundamental, bien porteña que se filtra en un tango escuchado en una tanguería que trae a la mente recuerdos de un amor perdido. Es el momento del descenso. La prosa se vuelve más compacta y acaso un poco más críptica en algunos pasajes.¿Incardona orillero? El narrador se ubica en esa intersección entre la picaresca del chamuyo como medio de vida y la pena, la nostalgia de lo que se perdió. Es precisamente ese contraste lo que potencia la narración completa y puede pensarse en un buen trabajo de selección de los materiales que integran el libro.Entre los materiales seleccionados mencionados entonces, encontramos diálogos, crónicas, relatos, ensoñaciones, prosa poética y un poema (Palermo Hollywood, que en su juego de palabras entre Town y Down (pienso: Palermo o el Norte de la Ciudad, lo Alto como los ascensos vertiginosos a plena acción narrativa y Down como el Abajo, los descensos narrativos y de la prosa) mezcla precisamente la nostalgia y el extrañamiento por la pertenencia nocturna a un espacio que, precisamente, no le pertenece). En conclusión no me queda más que la alegría por la edición de este “simple” que como un sandwichito de miga se nos presenta como aperitivo de una producción que promete seguir alimentándonos en el futuro."

jueves

se lee se comenta se linkea (parte 3)

El escritor Germán Coiro lee y comenta Objetos Maravillosos en Almicidio

"Con estos objetos maravillosos se podrían llenar los estantes vacíos de Molina"


(...) "Estoy tentado de decir que “Objetos Maravillosos” es en sí un objeto maravilloso, y, aunque ahora pueda escribir que no lo voy a decir, ya lo dije. Es una frase tonta y obvia.
Leí “Objetos Maravillosos” y me gustó. Es lo único que me importa. Lo leí atravesado por la lectura peronista. Imaginé el pueblo exigiendo reivindicaciones, o disfrutando de las conseguidas, trabajadores textiles o metalúrgicos apareciendo aquí y allá. No sé qué es acercar la alta literatura al conurbano. Es verdad que mi prejuicio era un poco corto de vista. Al menos un metalúrgico había, aunque en miniatura. Y eso es el libro, un objeto maravilloso en miniatura.
No sé cuándo el peronismo sintetizó las antinomias. Pero no puedo discutir porque no tengo estatura teórica. Soy, más bien, bajito; leí desde esa altura y me gustó. Es lo único que me importa.

El peronista se amolda, se acomoda. Un trosco no es peronista porque es trosco. Un radical no es peronista porque es radical. Pero Macri puede ser peronista, Menem puede ser peronista, Alzogaray puede ser peronista, Duhalde puede ser peronista, Kirchner puede ser peronista. No sé cómo ser peronista puede ser un elogio. Es cuestión de acomodarse.
Ahí puede estar la clave: “Objetos Maravillosos” es un libro que no expulsa, que te deja que te acomodes en él. Es un libro que te permite ser maleable como esos metales con los que trabaja y construye sus objetos.
Los personajes de Incardona son creíbles, pero lo son porque son personas, porque uno los conoce y puede llenarlos con todo lo que falta en el texto. ¿Es eso bueno? ¿Está dentro de lo que algunos llaman casi anécdotas disfrazadas de literatura? No creo.
Con estos objetos maravillosos se podrían llenar los estantes vacíos de Molina. Quedarían de bien.
Hay también citas encantadoras hechas con un lenguaje artesanal. Ahora no tengo el libro en mis manos, si lo tuviera pondría algunas. Pero pueden hacerse de uno con facilidad, la gente que los hace estará encantada."
Todo el post, aquí

martes

Tamarisco tein buen año

"Les paso un par de libros que, para mí, fueron de lo mejor en nuestro medio literario nacional:

Las islas de Carlos Gamerro (esperada reedición Editorial Norma)
Opendoor de Iosi Havilio (Entropía)
La ley de la ferocidad de Pablo Ramos (Alfaguara)
Ravonne de Julián Urman (Tamarisco)"

se lee se comenta se linkea parte 02

A Santiago, de cientocincuentamonos, también le gustó Objetos Maravillosos, ¿vos ya tenés tu propio ejemplar?

(...) "Pero con tanto peronismo, con tanto hinchar las pelotas con la filiación partidaria del autor, me convencí de que tenía entre manos la versión posmoderna de La razón de mi vida, cosa incómoda de sostener para un trotsko como el que suscribe. Así que, como quien entra a un recital de Hermética con la remera de Miranda!, abrí el libro dispuesto a recibir una andanada justicialista digna del más orondo 17 de octubre…

Pero no.

Lo que hay en Objetos maravillosos no es peronismo, sino menemismo. Bueno, no frunzan las narices. No me refiero al menemismo de la pizza con champán, de las naves que se remontan a la estratósfera, de la Argentina en el primer mundo. Más bien todo lo contrario. En este libro, al menemismo no se lo dice pero está ahí, agobiante, funesto, desprendiendo pedazos del país y dejando sin laburo a un pibe que sale de la secundaria. De una secundaria técnica un país sin industrias. El menemismo es una presencia gravitante y gravosa que sólo acepta como recurso a la elipsis. Porque, sin irnos a los extremos de Adorno, de todos modos flota la pregunta: ¿Cómo se escribe literatura acerca de (o en) un tiempo en el que la realidad fue el anclaje para un ejercicio de ficción extremadamente poderoso, pletórico de barroquismo, mediático, teatral y omnipresente? Ya Bartís se hizo esta pregunta en relación al fenómeno teatral y se contestó con la formidable Postales Argentinas. Ahora, Incardona responde con un realismo autobiográfico que devela la cara oculta de la unending partusa menemista. Tras las bambalinas del poder (robo a mano armada un título de Caraballo) están los maquinistas de la miseria o de la marginalidad. Incardona fue, entre muchas otras cosas, uno de ellos.

El caso es que Juan Diego, con una prosa simple, tierna y por momentos infantil (en el mejor sentido), nos pega una serie de rotundas patadas en los huevos. Porque todos los que salimos de una casa barrial de clase media podemos reconocernos en ese diario heterogéneo, que nos alcanza como una serie de incómodos déjà vu (unpleasant memories, que les dicen): yo también egresé de una técnica, entré a la UNLP a estudiar Ingeniería Electrónica, tuve mi peluquero de toda la vida al que abandoné cuando mi cabeza decidió desprenderse por sí misma del pelo, cursé cinco Análisis Matemáticos, largué la carrera por la mitad y le cagué a mis viejos el sueño del inyenieri en casa; también veraneé en Reta y demás. Pero frente a mis pavotas costumbres pueblerinas, en Incardona hay un punto de inflexión: inopinadamente se transforma, de un momento a otro, en un aventurero." SIGUE EN ESTE BLOG!

domingo

fame!

Para vos, que decías que las grandes revistas de cultura, la prensa seria, jamás repararía en el lumpen tamarisco Project, para vos, que nos seguís en la penumbra de sombra playera tomando mate con yuyos adelgazantes y hablás del blog como vehículo joya nunca taxi de la crítica rabiosa; para vos, mamá del autor, tías, abuelas y primos.
Tamarisco en los Chismes de ADN (por la presentación de Objetos Maravillosos) y en "Lo último en mercado editorial" de Ñ (sobre los simples de Tamarisco de Oyola, Dosio y Falco, y La marca del milagro de Damián Terrasa y Ravonne de Julián Urman)

"En 2006, la pequeña Editorial Tamarisco publicó un libro de cuentos (Hojas de Tamarisco) de sus fundadores: Hernan Vanoli, Sonia Budassi, Violeta Gorodischer y Félix Bruzzone. Después siguieron con Toronto no, de Leonel Livchits. Ahora se despacharon con dos novelas atravesadas por la cultura pop y el desenfreno argumental: Ravonne, de Julián Urman y La marca del milagro, de Damián Terrasa. También se animan al formato artesanal (con la colección de cuentos Simples de Tamarisco, con narrativa breve de Federico Falco, Leonardo Oyola y Celia Dosio). Si no lo encuentra en librerías pruebe aquí: www.editorialtamarisco.com.ar"

Y adn croniquea así la última presentación del año:

ESCRITOR Y ARTESANO. Pedro Mairal y Santiago Llach participaron de la presentación del libro Objetos maravillosos , de Juan Diego Incardona, en el Centro Cultural Pachamama. Mientras leían los fragmentos elegidos, Incardona armaba gargantillas sentado en una mesa apartada, algo que sorprendió a varios presentes que desconocían su actividad paralela: la fabricación de artesanías. El escritor también dirige la revista literaria El interpretador . Mezclados entre el público se vio a Juana Bignozzi, Fabián Casas, Elsa Drucaroff, Gabriela Franco y Daniel García Helder. Después de comer y celebrar en un restaurante chino, un grupo encabezado por Incardona, Drucaroff y Mairal regresó al local para seguir el festejo: acompañados por guitarras, una armónica y un violín cantaron canciones de Sui Generis. Onda retro.

viernes

Se sigue lee, se comenta, se linkea (parte uno)

¡¡¡¡El aluvión de lecturas de Objetos Maravillosos de Incardona no cesa!!!
Albricias para este año de estreno.
Día a día, linkearemos una reseña más. Empezamos por esta:

Por Diego Vecino, de la contrareforma. (YA TENES TU EJEMPLAR???)

"Comía tortilla que había en la heladera y leía Objetos Maravillosos de la cope Tamarisco, año 2007, mes de diciembre al dofón.

Si quería decir una cosa. Mientras leía el libro me acordé de una de las escenas emblemáticas de Gatica el Mono. El tipo va a una fiestonga fina y cuando uno le palmea el hombro para saludarlo o no me acuerdo bien para qué, Gatica se da vuelta y pregunta ¿Qué me tocás, oligarcón?. Es una buena metáfora para un libro que está acechado constantemente por la mitología del Generalísimo en el Cielo, y que además es pleno de esa sensibilidad. Me gustaría decir algo que no se haya dicho en la buena presentación de la dupla Mairal-Llach, pero no creo que se me ocurra ser tan original. A cambio diré que Incardona es un gran tipo y que su libro es la glosa literaria de esa condición de existencia. También diré que me puse la remera de Viejas Locas para ir y después me la saqué porque me pareció una truchada. La de Flema hubiese estado bien, pero me la robó una ex novia que ni se la merecía en el año 2003 y jamás la repuse. La otra, la posta, la conservo más por cariño que porque sirva para llevarla puesta. Con todo, es un gesto; otra metáfora. Al final, me vestí cheto y a la mierda. Se que estuve mal.

Berduque, de la 150monos, me dice en un mail belicoso que la poética peronista le parece un invento mío, y que encima está traído de los pelos. Tiene razón, pero aquí va una posible definición. Se me ocurría mientras leía (con tortilla) el libro de Juan D.: Si pensamos que por poética queremos decir una forma de relacionarse con el hecho artístico y, sobretodo, una manera de producir ese hecho, es decir, de volverlo en acto; Objeto Maravillosos básicamente funciona bajo la forma de la divulgación. Socializar en el acto literario el hecho literario. Y en ese movimiento producir, a la vez, el choque tan estimado y tan de la mejor tradición escritural argentina entre la alta literatura y la cultura popular. Eso hace Incardona. Ya lo dijimos hasta el hartazgo.

Esa poética, arraiga en la misma fórmula que provoca las máquinas expendedoras de libros, por ejemplo; o, más genuinamente, los blogs (como bien dice Mairal por ahí). Eso sobre lo que González acusa miopía en su última columna de diario, mal que me pese, porque a mi González me cae muy bien como cuadrazo que es y como intelectual."
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