Pedro Ferdkin reseña Ravonne en No retornable
(...) "La novela gira en torno a lo que la gente quiere o necesita ver y así ella misma se convierte en telenovela. En un trabajo aceitado sobre el personaje Luis, Julián Urman lo hace ser parte de varios mundos -el imaginario (guionado) y el de los acontecimientos (novelado)- que confluyen en el ámbito televisivo: los animalitos imaginarios, pesadillescos, de su infancia son las mascotas del programa de Candelaria y es él el único al tanto de cómo podría ir desarrollándose la trama –de acuerdo a las necesidades del guión.
El tratamiento de la temática en el nivel de su composición formal es notoriamente mesurado y su prosa es efectiva, repetitiva y simplista (esto lo digo en el buen sentido: hay dislates absurdos al límite de toda experimentación que son un bodrio); esta novela se cierra en un esquema donde las cisuras de tiempo y espacio son o bien recuadros sincrónicos, de espacio –mientras tanto…- o diacrónicos, de tiempo –al día siguiente...- (y punto, son casi cortes fílmicos o de cuadros de historieta: al final de la frase Mientras tanto hay que agregar nomás “en el Palacio de la Justicia…” para dar una idea del cambio de toma, violento y simple) y una lectura desapasionada pero persecutoria es la que mejor le viene al texto, round a round. Son los territorios menos logrados los que se apartan de esta línea (interioridades desdibujadas y ciertos resabios clownescos que bien sonarían mejor a pedo que como cornetas -honk). Uno termina de rodillas pidiendo que no se lo sorprenda, que la trama no desbarranque, y eso no es poco decir para una literatura (la contemporánea) que muchos pregonan que ya debería estar de vuelta de todo". (...)
La reseña completa, aquí
(...) "La novela gira en torno a lo que la gente quiere o necesita ver y así ella misma se convierte en telenovela. En un trabajo aceitado sobre el personaje Luis, Julián Urman lo hace ser parte de varios mundos -el imaginario (guionado) y el de los acontecimientos (novelado)- que confluyen en el ámbito televisivo: los animalitos imaginarios, pesadillescos, de su infancia son las mascotas del programa de Candelaria y es él el único al tanto de cómo podría ir desarrollándose la trama –de acuerdo a las necesidades del guión.
El tratamiento de la temática en el nivel de su composición formal es notoriamente mesurado y su prosa es efectiva, repetitiva y simplista (esto lo digo en el buen sentido: hay dislates absurdos al límite de toda experimentación que son un bodrio); esta novela se cierra en un esquema donde las cisuras de tiempo y espacio son o bien recuadros sincrónicos, de espacio –mientras tanto…- o diacrónicos, de tiempo –al día siguiente...- (y punto, son casi cortes fílmicos o de cuadros de historieta: al final de la frase Mientras tanto hay que agregar nomás “en el Palacio de la Justicia…” para dar una idea del cambio de toma, violento y simple) y una lectura desapasionada pero persecutoria es la que mejor le viene al texto, round a round. Son los territorios menos logrados los que se apartan de esta línea (interioridades desdibujadas y ciertos resabios clownescos que bien sonarían mejor a pedo que como cornetas -honk). Uno termina de rodillas pidiendo que no se lo sorprenda, que la trama no desbarranque, y eso no es poco decir para una literatura (la contemporánea) que muchos pregonan que ya debería estar de vuelta de todo". (...)
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3 comentarios:
deberían hacer una competencia de reseñas, que los reseñadores se agarren a piñas para ganar...más libros de tamarisco para reseñar.
Si, que se venga reseñando por una pesadilla
Anonimos, expliquense mejor. La competencia es poco motivante, creo. Pero eso de la pesadilla? que me quiere significar?
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