lunes

¡no digas esa palabra! (y no diremos el título del libro en cuestión)




En la feria de FyL organizada por Colectivo de izquierda el jueves pasado, vendimos Objetos Maravillosos, Ravonnes y, si la memoria no nos falla, algún La marca del milagro también.


Mea culpa:
perdí un cliente potencial comprador cuando ante su pregunta de cómo era tal libro respondí, al tun tun pero con amor: "Es un libro muy entretenido"

Nuestro potencial cliente-comprador-lector me miró con una mezcla de frustración y reproche, y me retrucó con que qué era eso, que cómo se podría definir lo entretenido al tiempo que arrojaba el librito desde una distancia corta, a la superficie del stand, una mesa de plástico redonda que trajo Félix y que una de las chicas organizadoras adornó con papel afiche color navidad, rojo y verde.
Y el cliente, jactancioso, agudo, ofuscado, soberbio, leonino, humillante se fue y logró hacerme sentir bastante estúpida, creo.

Cuando Félix volvió del baño le conté lo sucedido y nos quejamos de nuestras pocas dotes de vendedores pero entre los dos planeamos tener preparada, para la próxima, una buena frase, lo suficientemente ambigüa, de Deleuze y Guattarí.


(también pasaron más cosas, más editoriales, más lectores y escritores, cosas por las que estamos muy agradecidos de que nos hayan invitado, etc, etc )

jueves

HOY FERIA!!



hoy, en puan y pedro goyena, desde las 19:00hs, los superlibros tamariscos y etc. estarán disponibles al mejor postor.

martes

tamariscos por el gran país


tamarisco recrudece su apuesta de envíos al interior y se junta con los amigos de Capítulo 2 (http://www.capitulo2.com/ / info@capitulo2.com) para que la gente de todo el país goce como loca con las lecturas-brotes de nuestros libros-plantas.

Formidable número de El Interpretador





El tema es el trabajo.

Hay un cuento de Félix, y más, muchísimo más...

La intro me puso la piel de gallina.

miércoles

voluntad de acero para el filoamateurismo hasta la independencia siempre (76 según guillermo belcore)

http://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2008/09/76.html

(me quedo con la parte que dice "obra indispensable", ¡EPA!; y con la posdata, que directamente copio y pego)

"PD: Me fatigué tratando de conseguir el libro. En el blog de la editorial se detallan los puntos de venta (en Eterna Cadencia a mediados de agosto no estaba). Hay algo conmovedor en los afanes de Tamarisco. Sus esfuerzos por ganarse un lugar bajo el sol merecen la mejor recompensa. ¡Qué vendan muchos libros y qué no pierdan el espíritu amateur (en el mejor sentido del término) en el camino!"

martes

Hoy: picnic bloody picnic

Julián Urman, el autor de Ravonne, va a rockear junto a Mariano Blatt y Jimena Repetto en el ciclo de Carne Argentina. Siempre que fui, el ciclo estuvo excelente. Ojalá hoy llegue.

By the way, parece que el sociológo kirchnerista que murió de nostalgia se abrió un blog. Eramos pocos...

viernes

La presentación de 76, por Damián Ríos

Las vacaciones de una familia en la playa y una revista porno que se disputan tres amiguitos; un vehículo militar que estuvo en Malvinas; las fotos de tu madre joven; la chica más flaca con la que estuviste; una agenda vieja y una tía loca; el diálogo embrutecido por el alcohol de dos señoras en la playa; aprender a fumar; el relato de un viaje alucinado, bien argentino, de tres amigos. Estos son apenas rasgos de cada uno de los cuentos que conforman 76. Ni siquiera son los rasgos más importantes. Dice un viejo poema escrito en medio de las pasiones de los 70, o de los 60 o quien sabe tal vez hable del 2008:
“Entre no saber nada y saber lo que los otros
quisieron que supiera
debí elegir lo primero;
y después de haber dado rotunda finalidad a un escupitajo
hubiera aprendido con mis propias costillas,
con mis intestinos recorridos por cólicos;
hubiera andado derecho
dinamitando a mis espaldas los que debió ser dinamitado…”
El poema es de Giannuzzi, habla de la Historia, con mayúsculas, y lo traigo a esta mesa porque entiendo que 76 se inscribe en la tensión de “entre no saber nada” y “saber lo que los otros quisieron que supiera” y le pone el cuerpo a esa tensión, que es incómoda, y lo pone en cuentos, en palabras, en tonos que van configurando pequeñas tramas.
En “En una casa en la playa”, las relaciones de poder que se describen son mínimas; tres chicos se disputan la propiedad y el uso de una revista porno en unas aburridas vacaciones con dos abuelas. Como en todas las vacaciones, llueve bastante, y el narrador termina enfermándose después de quedarse una tarde en el mar en un día desapacible, en un acto de resistencia a sus dos amigos que le reclaman la revista y que no se animan a meterse en el mar. El narrador, huérfano, elige refugiarse en un lugar inhóspito ese día, el mar, lejos del alcance de sus enemigos. “Siempre es difícil explicarle a un desconocido que uno no tiene mamá”, reflexiona el narrador y de alguna manera se incluye a sí mismo en esa dificultad y con esa frase pone uno de los cimientos de 76.
En “Unimog” la disputa es por el destino de un subsidio, que debería ser utilizado para arreglar una casa y que en cambio es destinado a la compra de un viejo Unimog, un vehículo de guerra que tal vez estuvo en Malvinas, según el vendedor. El subsidio cobrado es a cuenta de la indemnización que recibió el personaje a causa de la desaparición de su padre, que antes de desaparecer participó en un episodio heroico de la guerrilla urbana de los ’70, la toma del Comando 141 de comunicaciones del ejército, formando parte de la compañía “Decididos por Córdoba”, del Ejercito revolucionario del pueblo. Como en ese episodio guerrillero, el personaje se sube a su Unimog y se dirige a Córdoba, decidido.
En “Otras fotos de mamá” la entonación del cuento es resignada ante una búsqueda infructuosa. La esperanza de que un desconocido le diga algo relevante acerca de la madre desaparecida se frustra; la única esperanza, parece decirnos el cuento, es la literatura, no por lo que nos quiera decir, en el sentido de expresión, porque precisamente el acto de escribir a veces impone un desvío y una distancia entre lo que se quiere expresar y lo que finalmente se cuenta, sino por lo que se pone en juego al poner a funcionar un artefacto literario, con sus herramientas, sus juegos, sus recursos, sus artes.
En “En lo que cabe en un vaso de papel” mientras Bárbara y el narrador histeriquean y deciden qué hacer o qué no hacer con sus respectivas carreras universitarias y con sus vidas, un grupo de obreros, frente al balcón en el que toman mate, avanza rápidamente en la construcción de un edificio más alto “con máquinas ruidosas que a pesar de la distancia se oían nítidas, insistentes”. La trama después toma otros desvíos, la relación se corta, y en una llamada telefónica se terminan diciendo “gracias” y “mucha suerte”.
La revisión de una vieja agenda y la relación con la tía Rita, que piensa que nada sucede porque sí, confluyen en “El orden de todas las cosas”. El relato se resuelve en las peripecias a las que es llevado el narrador, que todo el tiempo está dominado por la tensión del orden que impone esa vieja agenda y la consecuencia de la tía Rita con sus peculiares principios.
En “Susana está en Uruguay”, otra vez la playa que junto al alcohol matizan la espera de Susana. Pero Susana no está en Uruguay, eso lo sabemos desde antes de empezar a leer el cuento y entonces esos diálogos en los que está estructurado el relato nos van proveyendo de las huellas de una tragedia familiar inscripta, a su vez, en una tragedia nacional.
Un cigarrillo que permita fumar bajo la lluvia, sí, pero la esperanza de encontrar un pretexto que permita salvarse de algo más grave a la que podemos llamar “La historia”, o de sus consecuencias, es el tema de “Fumar abajo del agua”.
La locura o el delirio dominan “2073”, un relato de anticipación que también funciona como reflexión sobre la historia. 2073, 1973, 2008. Una palabra lleva a la otra, esta a una frase y a otra frase y entonces una voz, un tono que echan luz sobre la trama que compone ese relato alucinado conque termina el libro, y uno no sabe si de alguna manera ya la leyó en los otros cuentos de 76, o si fue en otros libros, o fue algo que alguien dijo hace tiempo. Y ahí se produce esa confusión que a veces genera la literatura, cuando aparece la historia y no sabemos si se trata de un delirio, de un sueño o de un recuerdo propio, o si en realidad no es ese modo de contar el que hace pasar una alucinación por una historia o una historia por una alucinación y es a ese procedimiento que le llamamos literatura.
Tensionados entre saber y no saber algo de la Historia se han escritos estos cuentos, tensionados entre arriesgarse y no, pero al final de algo se enteran, algo se sabe, al final se arriesgan.
En la contratapa las palabras “Autobiografía”, “libro de cuentos”, “protonovela” y “novela rota”. La literatura del yo no existe, es sólo un pretexto para la publicación de artículos en libros colectivos que dan puntaje para una carrera académica, algo totalmente lícito pero no esperemos creerque eso sea verdad. Si se quiere, aceptemos que existe pero que es ajena al impulso que lleva a ponerse a escribir un libro o a leerlo. También se habla mucho de las literaturas generacionales. En todo caso hay que decir que este libro da cuenta, con su tono a menudo intimista, de una tragedia personal que también señala una tragedia histórica, que tiene fechas, cifras, y se hace cargo de ellas desde el mismo título. Pero, yo lo sé muy bien, escribir contratapas es difícil y a mí nunca me salió ninguna como la gente. ¿Qué más puede decir un editor acerca de un libro que eligió entre decenas? Llegado ese punto, ya no hay nada que decir, sólo hay que poner la plata para la producción del libro y tratar de hacer bien el trabajo.
Como personajes de un cuento de Bruzzone, inventamos una empresita con un amigo para tratar de vivir de ella. Nos llegan mails de todos tipo: autores que quieren que los representemos, novelas, libros de cuentos, borradores de proyectos y preguntas. Ayer, cuando releía 76 me entró el mail de una señora a la dirección de mi empresa cuyo asunto decía: “ayuda” y seguía así: “necesito ayuda para publicar un buen libro pero no se como aserlo necesito ayuda”. Nada más, ninguna firma. Al principio me causó gracia, pero después me preocupó. Hay, en alguna parte de la Argentina, una mujer que está convencida de que escribió un buen libro y su problema es que no sabe como publicarlo y me escribe. Le contestaría diciéndole que es más difícil escribir un buen libro que publicar, pero no creo que eso calme su angustia ni que la tranquilice, y además eso no es lo importante. Le escribiría diciendo que la puedo ayudar, pero lo más seguro es que ese libro ni siquiera me parezca tan bueno. Pero hay que ponerse en mi lugar. Los cuentos de 76 me conmovieron al punto que tengo más preguntas que certezas. Estoy conmovido por este libro y estoy pensando este libro y anotando mentalmente una serie de preguntas que le quiero hacer al autor acerca de sus gustos, sus elecciones, sus afinidades, etc., y me entra el mail de esta señora, que no hace otra cosa que angustiarme. Señora, si escribió un buen libro póngase a escribir otro, no se preocupe por publicar y lea a Bruzzone, está editado por Tamarisco, debería contestarle. Se trata de un libro de cuentos que trabaja entre otras cosas la orfandad, que no es otra cosa que la desesperación que implica la imposibilidad de tener padres. Los personajes de Bruzzone no pueden tener padres y ésa es su tragedia y de esa tragedia esta hecha amorosa, tiernamente su literatura. Venga esta noche a la presentación, por menos de treinta pesos se lleva un ejemplar. Los periodistas ya andan diciendo que es el libro del año pero usted y yo sabemos lo proclives que son los periodistas a encontrar libros del año a cada rato, todas las semanas, todos los días, en cada posts algún blogoperiodista reclama para sí el descubrimiento del libro del año; siempre fueron así, señora, los periodistas, es parte de su profesión. Y este libro, señora, no tiene padres literarios. Tiene abuelos, porque los cuentos están marcados por el magisterio que ejercieron en el género figuras como Cortázar y Walsh, antes que Aira o Fogwill. Nadie elige a sus padres pero sí puede elegir si quiere o no vivir con sus abuelos y se reserva el derecho de elegir a los afectos con las que encarará proyectos literarios y editoriales o ciclos de lectura. Y la publicación de este libro en Tamarisco, señora, y no la publicación de uno suyo o uno mío, habla de eso. Todas las noches, en Buenos Aires, en Córdoba, en Rosario, en Bahía Blanca, en toda la Argentina, hay alguien leyendo su poema o su cuento a un pequeño auditorio. ¿No es increíble? También es hermoso. Señora, usted y yo somos mayores. Ya es tiempo de que dejemos la literatura. Sentémonos a mirar cómo se las arreglan Bruzzone y sus amigos con ella. Veamos qué hacen ellos con las palabras, escuchémoslos sonar. Al final, estoy seguro que va a ser emocionante. Mientras tanto, es conmovedor y a veces admirable.
Muchas gracias.

miércoles

76 reseñado en Ñ

En la Ñ de este último sábado, Virginia Cosin hizo una lectura más que interesante de 76. Acá va una parte del primer párrafo de la reseña:


"De un tiempo a esta parte, las representaciones -sobre todo en el cine-, de la úlitma dictadura militar en la Argentina, comenzaron a abandonar cierto discurso instalado cuya visión de la historia respondía a modelos binarios: bien-mal, verdad-mentira. En el ámbito de la literatura, sin embargo, este proceso parece demorarse (...) esta parte de la historia argentina hasta ahora ha sido elidida o tramitada con un lenguaje impostado y pretencioso. Resulta, entonces, un acontecimiento la aparición de un libro como 76."


En breve, la versión completa y escaneada.



martes

Supermercado Cultural

Hoy a la mañana suena el teléfono. D. Conti (ex ERP, ex novio de mi vieja, ¿algo que ver con Haroldo?, no sé, yo de Conti nunca leí nada), que dice que vio en Ñ la nota sobre “76” y quiso ubicarme. “Por fin ese supermercado cultural me sirve para algo”, dijo. Intercambiamos fotos por mail. Vive en Córdoba (Calamuchita), así que en la foto hay sierras, árboles, una casa de madera y techo de chapa, bancos para exterior cavados en pedazos de troncos. Se lo ve de lejos. La foto es puro paisaje. Capaz que, como ironizó él mismo durante la conversación, es un “servicio”. Aumenté la imagen pero nada, cuadraditos de colores. Después de eso, subiendo una cama al techo del auto, Valentino se hizo pelota un dedo del pie. Y durante el almuerzo, Eugenio casi se ahoga con un pedazo de salchicha. Sol le metió los dedos en la boca, lo dimos vuelta, patas para arriba, y le pegamos en la espalda hasta que la salchicha salió disparada, fueron varios segundos. Sol después se sentó con los ojos cerrados en el futón. A mí me temblaban las patas. Este tipo que llamó es yeta, dijo Sol. Habrá que esperar.

lunes

Bruzzone en la Televisión Pública (que no es más ATC)

"Hacela corta

hoy puse el despertador para ver la entrevista que le hicieron a Felix Bruzzone en “la televisión pública”.
Buenísimo.
El universo del hijo de desaparecidos. Y en 5 habló de identidad reivindicaciones y lo que se pudo de literatura. En la última pregunta había, seguro, alguien de producción, haciendo gestos de atrás de las cámaras. La chica que lo entrevistaba ahí le dijo :”Sos maestro: una respuesta, breve sobre cómo la escuela debe tocar el tema de los desaparecidos”. Y Félix paró la pelota, levantó la cabeza:”Yo fui a una escuela que estaba buena…
En mi cabeza me quedó esa silenciosa corrección que era no más que sugerir quehablemos bien de esto.
Después me dormí y llegué tarde al trabajo"

MORFES vía RUGE