lunes

Mermelada Urman - El Final


- Esto solo puede ser explicado a traves de la singularidad. Pero la singularidad fue explicada y, en teoría, no debería volver a suceder.
- Usted es el cura...

Mi heladera y yo miramos fijo al Padre brown. Ahora en mis ojos hay comprensión. La mirada de mi heladera es fría. El cura retrocede hasta el rincón. Lo tenemos.

- Está por ocurrir algo tremendo- dice babeando su sotana.
- Por favor, no se babee- le aconsejo.
- En medio de su living la singularidad va a repetirse. La creación del universo, el todo y la nada.

Comprendo por la alucinada voz del cura que lo que dice es cierto. Seremos víctimas-testigo de un renacimiento. A nosotros la luz. Somos la luz. Cuando la luz se haga, nos haremos nosotros. Seremos al fin. Las campanas de la creación reemplazan el zumbido de las vacas de insulina. El cura flota, atraviesa el living y se prende de la antena de la tele. A pesar de todo, estamos en paz. Creemos en lo que nos sucede. El viento de la creación nos ilumina (y eso que es viento). Me aproximo al cura, floto con el ancla de mi heladera.

- ¿Cuál es nuestro deber? ¿Por qué me gusta tanto el porno?
- No hay respuestas, mi hijo, solo acontecer... Pronto veremos renacer la vida, la existencia, somos hijos de la singularidad.

Ahora un punto en el espacio contiene todo. En medio del living, un punto en el espacio contiene el living, al cura y a todo lo que existe. Amenazo con demandar a su compañía, pero el cura no se inmuta. El viento de la creación hace oidos sordos a mis reclamos.
big bang: guau.

- El paralitico no tiene razón- dice el cura, aunque alrededor nuestro hay evidencia cientifica- estamos ante las leyes de la física. En esta puerta hay un guardian, utiliza nuestros ojos para mirarnos y ver hombres. Nadie conoce esta ley. Esta es la nueva ley. “La ciencia de la física leerá la mente de Dios”. Chamuyo.
- No lo escuches, solo intenta confudirnos- dice mi heladera (y creo que tiene razón).

Flotamos hacia el punto infinito que contiene todo. Las preguntas se multiplican. Las respuestas escasean. De fondo, un discurso de Perón. “Compañeros, ¿alguno vio alguna vez un dólar?”
Así que esta es la creación. Me la imaginaba distinto.
El jardin del Eden nos recibe. El cura, desconcertado, pelea por reformular sus creencias. Me dejo llevar. Alguna vez estuve drogado y es parecido. Hay que ir, ir, ir. Si queres volver, olvidate.

- Este es el principio, de nuestras acciones nacerá una nueva sociedad- dice el cura y me sorprende que sea tan articulado si nunca vio al Padre Brown.
- Sociedad de qué, si yo a vos ni te conozco- intento separarme por las dudas, no sea cosa que termine pegado a este aparato.
- Recemos, padre nuestro que estas en los cielos...
- Pará, pará, que eso en la Biblia esta despues.

El jardin del Eden crece a nuestro alrededor. De la semilla, la planta, de la planta la flor. A la flor va el insecto. La naturaleza es sabia, más de lo que le conviene. Dolor en el costado izquierdo, cuando de mí es retirada la costilla que será mi compañera. Debo dormir, despertaré acompañado. Me rindo al poder de la siesta.
Despierto y somos dos (si no contamos al cura y a la heladera). Ella es hermosa.

- ¿Solita?- le digo, para iniciar conversación.
- No, vine con mi prima.
- ¿Son de acá?
- No.

La conversación termina. Siempre me pasa lo mismo.

- A que adivino tu nombre...
- ¿A ver?

Le doy suspenso al asunto, me froto la sien. Invito al cosmos a darme la respuesta.

- ¿Eva?
- No, Sandra.
- ¿Sandra qué?
- Sandra a secas.

Interviene el cura. Trae ojos de loco. Se arranca la sotana como si estuviera prendida fuego. Grita, grita y grita. Dios, Dios, Dios. Intento hacerle ver que sobra, pero no parece comprenderme.

- Dale, macho, pirá. Que yo la vi primero.
- Dios, Dios, soy la rosa que sangra muerte y vida.

Sandra nos mira.

- ¿Amigo tuyo?- pregunta.
- Ni ahí, lo conocí recién.
- Me parece que está medio pirú.
- Y si- acota la heladera-, es cura.
- ¿Es qué?
- Cura.
- Si esa es la cura, no quiero ver la enfermedad.
- La enfermedad es el desconcierto.
- A mi amigo el tano le gusta la merluza.
- A mi también, bien hechita...
- Bueno, un gusto eh, nos vemos.

Sandra, contrario a los preceptos que fundan toda religión occidental, se va. No me ofrece la manzana, no me ofrece un carajo.

- Buena onda la piba- dice la heladera.
- ¿Si?
- No se, digo.

Me tomo un momento para reagruparme y pensar cómo conseguir whisky antes de que anochezca. Abro la heladera, pero está vacía, o llena de porquerías que no tire cuando todavía no eran tan radioactivas. Hay algo que parece comida china. Pienso que si me pongo una cadena de restaurantes de comida china en el jardin del eden me hago millonario. Pero no se preparar comida china.
Parece que este año vamos a comer mucha manzana, banana, pura frutita. Supongo que no me vendrá mal.
A modo de cierre, reflexiono:

Darwin estaba equivocado: la verdad es que no evolucionamos.

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