Pasan los días, no sé cuántos, no tener trabajo es malo para calcular el paso del tiempo, y como no hay comida y nadie quiere comprar vuelvo al supermercado de los chinos. El chino gordo, en la puerta, está a punto de cerrar. Rápido, rápido, dice. En su mano, el anillo que usaba aquel sábado en que terminamos borrachos. Lo saludo con algún gesto cómplice pero él no me reconoce o se hace el que no me reconoce. Imagino la pelea: el chino llega a su casa, su mujer lo insulta, le muestra el estado en el que, durante el temporal, han tenido que dormir los cinco o más hijos que tienen juntos, lo amenaza con dejarlo, él la golpea hasta hacerla callar; pero después él se arrepiente de los golpes, le compra un ramo de flores, ella sonríe.
En la góndola elijo fideos baratos, y como los imagino harinosos, sin sabor, agarro también un sobre de queso rallado. Mientras el chino pasa los productos por la lectora de códigos de barras vuelvo a intentar que me recuerde: ademán de botella a la boca, golpes contra la pared. Y justo cuando estoy seguro de que va a darme la mano o algo así dice tres pesos, cambio, cambio, tres pesos, rápido.
En casa, la lamparita que cuelga del techo de la cocina se enciende y se apaga dos o tres veces hasta que explota. Sólo la luz de la hornalla y el humo de los fideos. No importa. ¿Por qué el chino no quiso reconocerme?, ¿estuve antes con él? Sí, cómo pensar que no. Seguro que la familia y el negocio, para él, son mucho más importantes que el recuerdo de alguien como yo. Después, pruebo los fideos y ya están listos. Plato, vaso con agua de la canilla, queso rallado, bandeja, mesa. Cuando esparzo el queso sobre los fideos, el aroma, intenso, me invita a atacar el plato como si fuera un… El hambre hace deliciosa cualquier comida. ¿O será el queso? Reviso el sobre: la marca, los ingredientes, conservantes permitidos, qué más. Sí, también reviso la fecha de vencimiento. Pero no hay nada escrito ni troquelado en el papel. Sólo unas marcas que terminan donde hice el corte para abrirlo. Busco la parte cortada, la junto con la otra, el queso está vencido. No importa, el sabor está bien.
Foto: M.C.
viernes
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8 comentarios:
¡No me gusta el misterio!
¿Pueden ser más específicos?
dale qué te hacés...
¿Matías Castelli?
¿Otras fotos de mamá de Felix Bruzzone?
fotógrafos con rara teorías anti posmo (lo cual te hace más posmo, m.c.) que dicen no querer firmar por razones que yo no voy a reproducir porque difiero.
se vienen ls próximos bonus, en breve.
Me gustó la polémica por las reseñas y críticas de los libros. Pero la verdad es que esta polémica por la foto me mata. No la entiendo.
El blog es un lujo para pocos.
El lujo es para pocos. Siempre. Y más en un sistema como en el que vivimos. ¿Cuántos acceden a Internet? ¿Y cuántos de esos tienen blog? ¿Y cuántos de esos tienen tiempo suficiente para escribir blogs? No es paranoia, estimado Félix. Es así.
a. prats tus pretensiones de democracia cibernética caducaron, con todo respeto. hacete cargo.
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