miércoles

La intimidad de los muertos

Cuando el non fiction estaba de moda y Capote parecía el más audaz de los escritores del género, J.P. Donleavy publicó Cuento de hadas en Nueva York y se ubicó a contrapelo de esa estética imperante. Un amigo me regaló el libro hace unos años con dos advertencias. "No intentes copiarlo. No te va a salir", era una. La otra, de menor importancia, tenía que ver con cierta "perversión" que él atribuía al personaje. El comienzo del libro es tristísimo. Cornelius Christian llega desde Irlanda a Nueva York. En el viaje en barco su mujer muere súbitamente. En tierra desconocida, no sólo tiene que buscar alojamiento y trabajo, sino brindar digno entierro a su mujer. Consigue una inmunda pensión donde quedarse. Y, por un canje, empieza a trabajar en la casa de sepelios que veló a su mujer. A partir de aquí, los tópicos de Donleavy (presentes en la calificada de pornográfica The Ginger Man, o en The Saddest Summer of Samuel S) se reiteran –la pérdida de un ser querido, el humor negro, el erotismo– y ponen en juego, por lo bajo, el eterno dilema entre estilo personal y autoplagio.
Apenas empecé el libro, entendí lo que mi amigo quería decir. Algo así como "no lo intente en su casa, estamos usando material peligroso". Donleavy cambia –incluso en la misma oración– de tercera persona a primera, corta su prosa en versos y arma, con una sintaxis liberada –sin por eso apostar al sinsentido–, la oscura densidad que tiene la trama, enrarece el mundo neoyorquino y quiebra la calma del lector, al que compromete cada vez más con el personaje hasta hacerle sentir la ambigua intimidad del mundo de los muertos. Donleavy, hoy con ochenta años, vive en un inmenso castillo irlandés, luego de haber escrito más de una docena de novelas y obras de teatro. Mientras tanto, en la Argentina sigue siendo un autor casi secreto; y sus recursos, más lavados, llaman la atención de los maestros de escuela cuando los encuentran en autores argentinos posteriores.
(Publicado el 10 de septiembre en el Suplemento de Cultura de diario Perfil)

16 comentarios:

ERLAN dijo...

Para estar dentro de los links de Editorial Tamarisco, ¿hay que suscribirse? ¿llenar alguna solicitud? ¿hacerse amigo de la asociación amigos de editorial Tamarisco? ¿o qué?

Sonia Budassi dijo...

Con amistad no se logra nada, Prats. Con dinero, casi casi todo. Escuchamos ofertas por línea privada.

Anónimo dijo...

tu columna será muy vendedora, pero a mí Cuentos de hadas...me pareció una mierda, puro recurso nomás.

ERLAN dijo...

Mi abuela siempre me decía: no pagues por nada salvo por sexo, todos pagamos por sexo, todos, de alguna u otra manera. Esa frase me quedó grabada. No sé por qué.

Sonia Budassi dijo...

Ya está grande, Prats, para seguir los consejos de su abuela...comprenda que la lógica de la industria editorial, de los blogs, de la legalidad, de la moral, ha cambiado tanto como los modales de las jovencitas.

ERLAN dijo...

Uno nunca es grande para desoír la palabra de la sabiduría.

Sonia Budassi dijo...

Bueno,siga los consejos que guste, pues. Pero podría empezar usted por linkearnos en SU blog, ¿no? Eso beneficiaría las instancias de negociación con este burocrático sello editorial.

Anónimo dijo...

a ver quién tuerce el brazo primero!! en la cancha se ven los pingos, dicen.

ERLAN dijo...

Ay, ay, ay. Cómo se resuelve todo. Cómo se transa en esta vida. Señorita V. usted que está de testigo le digo que yo incluí un link a hojas de tamarisco en el posteo de la charla. ¿O no lo vieron? Empecemos por ahí. Ocurre que todavía no me decido a incluirlos en "la gira mágica" o la "misteriosa"

Sonia Budassi dijo...

Excusas, Prats, nada más que excusas...

Anónimo dijo...

No es puro recurso; sino todo lo contrario: logra construir un mundo denso, crispado, inquietante. De todos modos, asumo que no todos tienen que leer igual que yo. ¿no? Igual está bueno que me lean¡¡¡Gracias por leerme, Caro G!!!!

Anónimo dijo...

Cuento de hadas es muy berreta, hay un protegonista rubio y forzudo que seduce a una vidua rica y loca. En fin, una idiotez

Anónimo dijo...

En realidad vine aquí buscando un relato que empieza asi: "la intimidad de los muertos". Pero como me ha gustado esta página, os lo pego. Viene en el libro "Este sol de la infancia", de Saiz de Marco, y el cuento se titula "La zona oscura":

La intimidad de los muertos. Secretos guardados en sus armarios, papeles, estantes. Lo que ni siquiera revelaron a sus íntimos.

El cajón de la mesa donde trabajaba Javier.

De un sobre extraes la foto amarillenta de una muchacha, probablemente su primer amor; una placa con el nombre de “Rayo”, el perro de su infancia; y un plano.

Un croquis del barrio en que viviste con tus padres: tu casa, las calles próximas, la plaza donde aparcabas el coche.

Anotaciones junto al plano: “Suele llegar a la plaza a las nueve. Cuando ella cruce de acera y antes de que suba a su coche, girar marcha atrás hacia la derecha. Conviene que la chica vea el golpe. Asegurarme de que golpeo el faro. A continuación bajar y decirle: -¿Es tuyo el coche? Vaya, lo siento, he roto el faro. Perdona, ahora tengo mucha prisa. Pero esta tarde te llamo y arreglamos lo del seguro. No olvidar pedirle el teléfono. Después llamarla, quedar en una cafetería.”

“La chica” eres tú.

Veinte años sin contártelo, haciéndote creer que vuestro primer encuentro fue casual. Disfrutabas diciendo “nos conocimos por casualidad: gracias a que Javier rompió el faro de mi coche”. Y sin embargo no fue un accidente. Él lo había planeado con detalle: dónde girar, dar marcha atrás, un golpe en el faro… “Perdona, lo siento, qué despiste. Mira, ahora tengo mucha prisa, pero dame tu teléfono y te llamo esta tarde. Tomamos un café y rellenamos el parte del seguro”. Luego más llamadas, citas… Y después, una vida entera juntos.

Trozos de él que no quiso compartir contigo, tal vez con nadie.

Tu voluntad se divide: entre el deseo de saber más y la sensación de allanar un espacio sagrado. Finalmente encuentras un cuaderno de hojas manuscritas, algo parecido a un diario. Si Javier viviera no lo leerías, pero ahora es distinto. ¿Es distinto?

Empiezas a leer su diario pero, en la segunda página, tus pies te llevan a la cocina, enciendes una cerilla y mientras el cuaderno arde te preguntas, como cuando eras niña, de qué color es el fuego.

Anónimo dijo...

Bonito texto. Oye Sofia ¿Donde puede encontrarse el libro en que viene?

Anónimo dijo...

Me picasteis la curiosidad y me lo conseguí. Solo decir que no me canso de releerlo.

Anónimo dijo...

yo tampoco