A veces la Feria del libro actúa, como el BAFICI en su programada carrera en la que los trabajadores mortales no conseguimos entrada, como generador de desencantos.
¡Renunciamiento!
Siempre la fiaca nos dice, luego de padecer el pasillito apretado de estudiantes que disfrutan no tener que estar en el aula y gritan, todos a la vez en nuestros oídos como la canción de moda en un boliche de fin de año...¿Y si vamos para Corrientes?¿Y si esperamos a que se estrene? Esto tiene, obviamente, un correlato cobarde y pedestre: ¿Y si me tomo un fernet y me quedo achuchado leyendo en casa? ¿O viendo una peli y comiendo papas fritas?
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