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¿Qué tiene Mario Bellatin?

La impostada seducción de una obra

La obra del mexicano prolifera de la mano de distintas editoriales. En pocos meses, aparecieron en Argentina tres títulos: Jacobo el mutante, Pájaro transparente y Detrás del gran vidrio. Su mito de autor "exótico", los juegos intertextuales y autobiográficos, su fría prosa visual, por momentos hermética y por otros estática y misteriosa, genera un festejo casi unánime por parte de la crítica, que lo considera una verdadera estrella literaria.

Desde hace un tiempo, Mario Bellatin cultiva una obra dosificada en breves libros que desvelan a la crítica y entusiasman a editoriales de distinta envergadura:en pocos meses, es posible que aparezcan varios títulos del autor que, a esta altura,tiene asegurada una cobertura amplia la prensa especializada. Sus libros se reseñan y se festejan junto a fotos del autor; su brazo ortopédico y mirada profunda suman ingredientes a la "rareza literaria".
En la faja que cubre Detrás del vidrio puede leerse la frase que le destina un crítico local al autor: "una de las estrellas literarias de la escena latinoamericana actual". Pero, ¿qué mágico atractivo contienen sus libros y qué efecto de lectura provocan? ¿Qué deslumbra a los críticos?
Imagen pública. Bellatín se presenta a sí mismo como una rara avis; sus performances –entre la farsa y el histrionismo- acompañan su obra, plagada a su vez de autorefencialidad. Se siembran pistas como un hilo de Ariadna desde la autobiografía a la ficción. Desde luego, el rol protagónico está concentrado en su brazo ausente y sus respectivas prótesis, que han servido de metáfora a críticos que gustan hablar de su "ortopedia narrativa". Sus intervenciones van desde la atribución de un texto teatral suyo a Samuel Beckett, hasta la organización del Congreso de Escritores Mejicanos en París. En esa ocasión, cuatro dobles hablaron en lugar de los verdaderos escritores convocados. En Méjico, dicta un taller literario. Entre sus "controvertidos" métodos, desaconseja escribir.
Gestos. Pájaro transparente (Mansalva) es un rearmado de obras anteriores y ensaya una continuidad: reescribe sobre lo escrito para volver al conocido gesto borgeano de Pierre Menard. Se dice que Bellatin "tiene vocación de copista" –y el mismo autor funda el origen de la operación admitiendo su gusto por copiar, por ejemplo, la guía telefónica. El mejicano contruye un destino de autor que aún no completa su obra, porque su obra, siempre "está en otro lado". No en los fragmentos –libros- que aparecen aquí y allá con ímpetu "airano". A este aspecto, se le suma su inclusión de varios géneros, casi hasta la hibridación. El análisis del narrador de una supuesta obra de Joseph Roth (otra vez el juego intertextual), en Jacobo el mutante, recrea el tedio del más anacrónico tono del género "tesis académica". Estos recursos resultan fértiles. El autor parece desafiar la capacidad de abstracción y los modelos analíticos de la crítica, y contribuir a la descomposición del objeto de la teoría literaria. Como en César Aira, el libro carece de importancia: Bellatín contruye patchworks. ¿Hay algo más tentador y desafiante para un abordaje crítico que la pretensión del mismo objeto por configurarse, a primera vista, como algo complejo e inasible, capaz de desarticular sus propios estatutos? ¿Es una obra desestabilizadora, de rigor iconoclasta,? ¿O es un andamiaje conciente de su fin, fijado en su propia idea reiterada de buscar cierta "indeterminación"?
En Pájaro... se lee: "El lenguaje nunca es lo suficientemente escaso." La pretensión minimalista se plasma en textos austeros, de prosa fríamente descriptiva que no temen a la "reiteración". Ésta palabra usa Alan Pauls para definir el recorrido de La escuela del dolor humano de Sechuán. Algo aplicable también -entre otros- a El gran vidrio. Allí los personajes son descriptos y vueltos a describir cada vez que aparecen y con los mismos términos, a riesgo de que el martilleo semántico se vuelva pura redundancia lineal.
Todo tan sugerente que. Bellatín ha dicho: "odio narrar". La construcción de escenas detenidas más que de progresión, ha provocado que se lo compare con otro cultor de imágenes estáticas y esteticistas: el por lo menos "sofisticado" David Lynch. Además, Bellatín escribe corto. La lectura más obvia, señalaría la brevedad como condición de posibilidad de que sus libros proliferen al ritmo de las exigencias editoriales. Por otro lado, da lugar a la concepción del libro como objeto necesitado o plausible de lucirse en todos los aspectos de la edición. En Jacobo...vemos fotos terrosas de matorrales y lagos de agua crispada. Se supone que connotan el texto; pueden ser accesorias pero invitan a pensar...que por algo están allí. Como los blancos en El gran vidrio.
Perplejidad. Tópicos que rozan la aberración, datos autobiográficos y misterios, mutaciones, enfermedades extrañas, eslabones perdidos y rituales musulmanes y cabalísticos, son las constantes de los útlimos libros. Siempre hay "señales" en el camino de los personajes, o sueños premonitorios a medio explicar. La obra sugiere que hay varias capas, que nada es ingenuo, un halo de trascendencia esconde significados que buscan ser revelados y que apelan, básicamente, a una lectura intelectual. En la falta de dirección –falencia intencional- se lee siempre una sugestiva y pretensiosa indeterminación. Los libros de Bellatín se presentan como hiperanalizables, buscan una exégesis literaria casi sagrada –que ha logrado canonizarlo. Porque más allá del frío manto de ambiciosa retórica, la obra arroja el tramposo anzuelo ideal para lectores intelectuales y críticos: incluye en sí misma las hilachas para tejer, de manera articulada, su propio aparato crítico, por dentro y por afuera de la literatura.

Publicado en el Suplemento de Cultura de Perfil. Buenos Aires.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

En el fondo Bellatin se sigue pensando a sí mismo como un esteta, utilizando la excusa del bracito para el marketing del dolor. Me parece bien si es su forma de soportarlo, pero esa autocinciencia me resulta insoportable. Se me ocurre que ese es el problema de sus "intervenciones": son shows. Su problema no es que convoque a una lectura "intelectual" siempre preferible al populismo berreta y la pedagogía de masas. Me parece que lo que no me gusta de Bellatin es que la supuesta desmaterizlización y refuncionalización de lo escrito (cosas que las artes visuales vienen planteando desde los sesenta) son básicamente aburridas, y en esa cosa de parodiar un estatuto de lo literario que ya no existe terminan por hipostasiarlo. Yo, por ejemplo, soy mucho mejor que él. Inventé un deporte que no existe (un deporte, entendés, algo en serio, no esas pelotudeces de Beckett), lo pasé por canal 9, me levanté una modelo y ahora voy a ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Ahí me van a conocer.

PD: De la crítica y la teoría literaria no hablo porque no existen.

Anónimo dijo...

dani, you are a genious, si queres un dia me llamas y te haces una paja a dos manos, yo chocho

Anónimo dijo...

El teléfono de dani está intervenido por la SIDE, al igual que este blog

Anónimo dijo...

qué pasa? al final a todos les gustabellatin menos a el autor de la nota?

Anónimo dijo...

Ja, ja.

Mario Bellatin

Anónimo dijo...

marito, si querés te consigo un puesto en el ministerio de cultura de la provincia, tenés muy buen humor. Pero avisá con tiempo porque sino se lo doy a Cucurto.

Anónimo dijo...

Muy querido Daniel,

Voy a declinar la oferta que me haces porque, tu sabes, yo tengo mis trabajitos aquí en el DF, que es un poco más grande que la preciosa ciudad de La Plata, donde fui invitado alguna vez. Así es que estaría padre que le den el puesto a mi amigo Washington, o a Fogwill o a Damián Ríos o a Daniel Link, que también son muy buenos amigos.

Suerte en las elecciones, Daniel,

Mario Bellatin.

Anónimo dijo...

Estimadísimo Mario Bellatin: Gracias por visitar y leer nuestro blog.
Un honor, realmente.

Alex dijo...

Mario, tu obra me seduce (aunque a mi esposo no le guste que te encuentre en telcel y te diga lo mucho que te admiro). Podrás autografiarme el libro del Jardin de la Sra. Murakami, ha sido el que más me ha gustado.

anónimo dijo...

bellatin, ando en la búsqueda pero no te encuentro hasta cuando vas a hacerme esperar? ya hace un año que los párpados fijos,